miércoles, 31 de octubre de 2007

En globo y a lo loco

Bueno, pues hétenos aquí que sobre las siete y media de la mañana del domingo, 14 de octubre de 2007, nos pusimos en marcha, con las legañas más o menos puestas, pero todos prestos a disfrutar de una de las experiencias más inolvidables de nuestra vida. Comenzamos con un cafelito caliente para despejarnos y nos dirigimos a un punto cercano al castillo en donde ya estaban llenando de aire dos enormes globos aerostáticos. Según la Wikipedia, y con permiso de Chuchi al que se supone un especialista en la materia, un aerostato o globo aerostático de aire caliente es una aeronave no propulsada que se sirve del principio de Arquímedes para volar. Siempre están compuestos por una bolsa que encierra una masa de gas más ligero que el aire y de ahí que se conozcan popularmente como globos. En la parte inferior de esta bolsa puede ir una estructura sólida denominada barquilla o se le puede "atar" cualquier tipo de cuerpo, como por ejemplo un sensor. Como no tienen ningún tipo de propulsor, los aerostatos se "dejan llevar" por las corrientes de aire, aunque sí hay algunos tipos que pueden controlar su elevación.
Un poco excitados y más o menos temerosos de que la experiencia nos diera vértigo, malestar, mareo o, simplemente, acojonamiento generalizado, rondábamos alrededor de las cestas de mimbre en las que teníamos que acomodarnos hasta diez personas, más el correspondiente piloto.

Pues entramos, y relativamente cómodos, aunque en las fotos parece que estamos un poco apelotonados. Tuvimos que trepar al interior de la cesta y, una vez dentro nos acomodamos estupendamente:

Algunos/as tenían cara de sueño, pero estábamos realmente encantados con esta nuestra primera experiencia como aeronautas. Bien es verdad que los dos pilotos resultaron ser muy buena gente y de lo más fiables, afortunadamente.

Una vez realizado el despegue, de lo más suave, comenzó el espectáculo maravilloso del campo salmantino a nuestros pies y un cielo limpio amaneciendo sobre nosotros. La sensación la conocéis bien los que subisteis: placidez, tranquilidad, sosiego y grandiosidad (por aquello de la Z de ZP). Una pasada, difícil de describir con palabras. Lo que se diga, suena inevitablemente a topicazo, pero qué gozada!

En la siguiente foto tenemos a tres aguerridos aeronautas con cara de velocidad y felicidad, si bien es cierto que dentro del globo apenas se nota la velocidad (da la sensación de que tardas en llegar al objetivo que ya llevas viendo desde hace un rato) y tampoco las constantes subidad y bajadas. Sólo de tanto en tanto se oye el rugido de los motores que calientan el aire en el interior del globo. Lo demás es silencio y tranquilidad.
Recorrimos unos diez kilómetros en algo más de una hora sobre los campos de los alrededores de Salamanca. Al final, de vuelta en el castillo, recibimos los diplomas que acreditaban que, efectivamente, habíamos realizado nuestro primer vuelo en globo. Aquí se nos ve, tan orgullosos, aquejados por un ataque de "titulitis" aguda:
Y estas dos aeronautas en potencia, María y Beatriz, se quedaron en tierra, la segunda por ser la más jovenzuela de toda la reunión y la primera, que también es bastante jovenzuela, porque se encontraba un poquito perjudicada. Juventud, divino tesoro....

Y llegados a este punto, para todos llegó la hora del cierre de maletas y para algunos la hora de las despedidas. Después de estos días tan estupendos daba un poco de pena decir adiós a los que conocías y a los que has conocido con motivo de esta ocasión. Pero los anfitriones tenían todavía conejos en la chistera y llevaron a los que pudieron a conocer Zamora. />Así, un grupo un poco más reducido se desplazó a la ciudad castellana para conocer algunas muestras del Románico (es la ciudad con mayor número de iglesias de este estilo. Tras citarse en la plaza de San Martín, recorrieron con una guia el casco antiguo, visitaron la catedral y dieron el justo colofón a unas jornadas que todos recordaremos con especial cariño. Tras la comida en un lugar típico, cada mochuelo a su olivo. Gracias a los dos por estos días tan maravillosos y que sigáis siendo superfelices.

domingo, 28 de octubre de 2007

Segundo día en el Buen Amor

El segundo día amaneció seco y soleado, con una temperatura estupenda. El plan de la jornada era un misterio, puesto que los organizadores no habían soltado prenda. Sólo en lo relativo al aliño indumentario dijeron que era mejor que nos pusiéramos cómodos. Luego comprobaríamos que las zapatillas de deportes eran lo adecuado, que la mayoría llevábamos ropa de más y pasamos calor y que los bolsos sobraban. Desde una terraza del castillo, los organizadores dirigieron su saludo a las multitudes apiñadas... Después de un prolijo desayuno en la misma mesa enorme de la cena anterior, como si fuéramos una pandilla de tragaldabas comiendo todo el día, nos pusimos en fila en la entrada si bien ignorábamos la finalidad de que se nos numerara del 1 al 4. Aquí estamos tan formalitos: A continuación nos dirigimos tan contentos a una zona de la enorme finca que rodeaba el castillo y nos encontramos a cinco monitores que nos iban a dirigir en las variadas actividades que se nos habían preparado y que la mayoría de nosotros no habíamos experimentado jamás: Tiro con arco, ascensión en rocódromo, paintball (para lo cual nos disfrazamos de brigadas antidisturbios) y circuito en quad. Así que el sitio magnífico, la compañía mejor, el tiempo bárbaro……y nuestras ganas de divertirnos nos hicieron pasar una mañanita competitiva entre los distintos equipos que se formaron. Al final hubo bolazos de colores en todas las anatomías, el que más y el que menos se picó para tocar el cencerrillo del rocódromo por el recorrido difícil o – en su defecto- por el fácil, alguien salió despendolado/a del circuito de quads, entre risas de los espectadores, y no hubo que lamentar ninguna pérdida ocular en el juego del tiro con arco. Aquí está la amiga Lyxita que subió dos veces como una jabata: O sea que, para felicidad de Alicia, muy preocupada de que nadie se hiciera daño en una fiesta por ella organizada, no hubo daños colaterales dignos de mención y nos lo pasamos estupendamente, como niños en un campamento repleto de nuevas actividades. Esta es la foto de uno de los equipos:Esta es la foto de familia en la que faltan algunos que todavía estaban con las metralletas de colores. Otro de los equipos:
A eso de las dos y media volvimos a nuestra mesa de siempre en donde dimos cuenta de un almuerzo magnífico. Se siguió con el juego de las pistas que, por razones técnicas, quedó interrumpido hasta la noche y se leyó una especie de poesía conmemorativa que recordaba los viejos tiempos en que los novios tonteaban (alguna sin mucho énfasis aparente, en un principio) pero no sabían todavía que 25 años después reunirían a sus amigos en tan sonado evento. Después de comer hubo tiempo para la siestecita, el que quiso, y para los naipes, también el que quiso, hasta que a eso de las seis y media salimos para Salamanca. Alicia ya nos había informado de que había programado una visita a la parte monumental de la ciudad, con guía incluída, por aquello de que no faltara detalle y cena en un restaurante llamado La Calma que habían reservado en su totalidad para la ocasión. Así que salimos en los coches hacia Salamanca, superanimada en la tarde de puente sabatino, con todos los comercios abiertos. Nos citamos en la Plaza Mayor, después de aparcar donde pudimos, y comenzamos el recorrido turístico en la misma plaza con una guía didáctica y amena que nos enseñó lo fundamental – las catedrales, la universidad pontificia, la Casa de las Conchas, la otra Universidad y la iglesia de los Dominicos- dándonos de una forma sintética los datos precisos de cada sitio. Con la luz del atardecer y la iluminación –entre “lusco e fusco” que decimos en Galicia- los monumentos, todos en muy corto espacio, adquirían una belleza singular. Aquí va otra foto de familia junto a una escultura que casi no se ve porque somos tantos que la tapamos. Después de tan magnífico recorrido, llegamos al restaurante La Calma donde, según Alicia, cenaríamos en plan picoteo. El tal picoteo, con una altura gastronómica encomiable, casi nos deja para el arrastre del empacho, ya que todo estaba buenísimo. Allí llegaron Alicia y Jose Mary al final del juego de las pistas y se encontraron con un álbum de fotos (álbum de vida que decía Carmen) en el que se recogían instantáneas de tiempo atrás y de momentos especiales vividos con la mayoría de los presentes que habían añadido a las imágenes una dedicatoria. A continuación, la anfitriona nos informó de la que sería una de las sorpresas más sonadas del acontecimiento: Estaba previsto que a la mañana siguiente pudiéramos volar EN GLOBO! Y debía ser a las ocho de la mañana por aquello de las corrientes. El problema, si es que era tal, era que sólo podían ir veinte personas, diez en cada grupo, por lo que había que celebrar algún tipo de proceso selectivo a fin de determinar la identidad de los afortunados aeronautas que subirían al espacio. Verificado el sorteo, del que quedaron excluídos Valvanera y Javier por tener sus plazas bien merecidas, se configuró la lista correspondiente, quedando excluídos solamente tres personas, entre ellas la organizadora. Como aquello no tenía ningún sentido insistimos en que debía ir…si bien a la madrugada siguiente alguien que se encontró mal o se quedó planchando la oreja, dejó sitio suficiente en el globo para todos los que quisieron subir. Aqui está la pareja con una especie de torta que les hicieron en el restaurante: Volvimos al Buen Amor y Alicia y José Mary llegaron a la última pista que les llevó hasta un belén riojano tradicional que descubrieron al filo de las dos de la mañana en uno de los fantásticos salones del castillo. Y a acostarse que mañana llegan los globos a primera hora…….

viernes, 26 de octubre de 2007

La tarde del encuentro

A mediados de septiembre los amigos de Alicia y José Mari recibimos un mensaje un tanto críptico en el sentido de que reserváramos el puente del Pilar: No quedaba claro lo que querían decir y hubo quien pensó, en Vigo, que anunciaban una visita para la fecha en cuestión pues es sabido que les va lo de la fiesta del marisco y demás. Días después se recibía algo más de información, siempre muy poca, invitando a pasar un fin de semana en un enigmático punto kilométrico en la carretera de Zamora a Salamanca. Objetivo: pasar el puente con la excusa de que los patrocinadores cumplieron 25 años de feliz matrimonio. El que más y el que menos metió el citado punto en el Google y el resultado fue bastante espectacular: La cita sería a las seis de la tarde del 12 de octubre en el Castillo del Buen Amor, de nombre algo más que sugerente y pinta estupenda, si bien es verdad que la página de Internet no le hace total justicia. La convocatoria en su fase inicial fue un éxito completo: llegaron cuarenta convocados, algunos incluso desde Holanda, y el resto desde Madrid, Logroño y Galicia. De las fases sucesivas hablaremos a partir de ahora. El dúo A-JM habían advertido también que no quería regalos, proponiendo emplear el dinero en una obra solidaria y que no era necesario ir de tiros largos para el acontecimiento. Esta es una imagen del patio interior del Castillo decorado de forma muy apropiada. Con seguridad la pareja convocante llevaba meses preparando la fiesta, aunque nada más conocer sus intenciones hubo también quien se puso a laborar para, en la medida de lo posible, corresponder aunque fuera de manera limitada: un elaborado juego de pistas les llevaría, a lo largo de los tres días a un album de recuerdos y a un tradicional belén riojano pero para ello tuvieron que ir completando el juego.En la imagen vemos a Alicia reclamando una pista: Tras solventar cada cual sus problemas, en la tarde del 12 de octubre empezamos a llegar en constante goteo y nos encontramos con este magnífico castillo del siglo XV (y alguna parte del XII) y escenas como la que Chuchi reflejó magníficamente en su foto:Pasadas las 22.30 aparecían los últimos; a esa hora estaba en pleno apogeo la cena en un estupendo comedor abovedado con una amplísima mesa en la que cabíamos todos cómodamente.Antes, se habían repartido a voleo las llaves de las habitaciones, todas diferentes, y se habían organizado las correspondientes visitas: a algunos les tocaron las mazmorras, a otros una almena…..todas estupendas, decoradas con sobriedad y con unos baños originales y cómodos.Todos comprobamos que el elevado nivel del encuentro iba a superar todas las previsiones posibles: una jarra específicamente diseñada para la ocasión con un logo en el que se adivinaba la mano de Valvanera, reproducido en varios “pines”. También un librito en el que Alicia quiso resumirnos las historia del castillo de manera personal.
Así comenzaba el encuentro en el que nos reuníamos para celebrar cinco lustros después la boda de nuestros amigos Alicia y José Mari. La mayoría habían estado presentes en 1982, en el monasterio de Valvanera, salvo aquellos a los que les fue imposible asistir por motivos de fuerza mayor. Entre ellos, Valvanera y Javi, no voy a explicaros por qué. Tampoco aquellos que en 1982 no formaban parte de la vida de la pareja.
Durante la cena se había empezado a desarrollar el juego de las pistas. Alambicadas referencias debían llevar a los anfitriones a descubrir qué personas tenían la próxima pista, considerando que la dificultad añadida era que los depositarios no estaban muy por la labor de entregárselas sino más bien de hacerse los remolones o, si se podía, confundirlos. Bien es verdad que demostraron una perspicacia natural encomiable y las fueron descubriendo sin problemas.
La noche de la llegada, despues de que CarmenTa nos presentara un video mudo (por circunstancias técnicas) con imágenes de los niños en el comedor de Bogotá adonde irían las aportaciones dinerarias, concluyó con un revival en el que dos avezados acordeonistas, Toño y Jose Mary, sin duda los mejores de todo el castillo, demostraron que las canciones de siempre son, eso, canciones que nunca pasan. Jesús, a la guitarra, puso el contrapunto más que acertado. Según el cansancio de cada uno el auditorio disfrutó de lo lindo.