domingo, 28 de octubre de 2007

Segundo día en el Buen Amor

El segundo día amaneció seco y soleado, con una temperatura estupenda. El plan de la jornada era un misterio, puesto que los organizadores no habían soltado prenda. Sólo en lo relativo al aliño indumentario dijeron que era mejor que nos pusiéramos cómodos. Luego comprobaríamos que las zapatillas de deportes eran lo adecuado, que la mayoría llevábamos ropa de más y pasamos calor y que los bolsos sobraban. Desde una terraza del castillo, los organizadores dirigieron su saludo a las multitudes apiñadas... Después de un prolijo desayuno en la misma mesa enorme de la cena anterior, como si fuéramos una pandilla de tragaldabas comiendo todo el día, nos pusimos en fila en la entrada si bien ignorábamos la finalidad de que se nos numerara del 1 al 4. Aquí estamos tan formalitos: A continuación nos dirigimos tan contentos a una zona de la enorme finca que rodeaba el castillo y nos encontramos a cinco monitores que nos iban a dirigir en las variadas actividades que se nos habían preparado y que la mayoría de nosotros no habíamos experimentado jamás: Tiro con arco, ascensión en rocódromo, paintball (para lo cual nos disfrazamos de brigadas antidisturbios) y circuito en quad. Así que el sitio magnífico, la compañía mejor, el tiempo bárbaro……y nuestras ganas de divertirnos nos hicieron pasar una mañanita competitiva entre los distintos equipos que se formaron. Al final hubo bolazos de colores en todas las anatomías, el que más y el que menos se picó para tocar el cencerrillo del rocódromo por el recorrido difícil o – en su defecto- por el fácil, alguien salió despendolado/a del circuito de quads, entre risas de los espectadores, y no hubo que lamentar ninguna pérdida ocular en el juego del tiro con arco. Aquí está la amiga Lyxita que subió dos veces como una jabata: O sea que, para felicidad de Alicia, muy preocupada de que nadie se hiciera daño en una fiesta por ella organizada, no hubo daños colaterales dignos de mención y nos lo pasamos estupendamente, como niños en un campamento repleto de nuevas actividades. Esta es la foto de uno de los equipos:Esta es la foto de familia en la que faltan algunos que todavía estaban con las metralletas de colores. Otro de los equipos:
A eso de las dos y media volvimos a nuestra mesa de siempre en donde dimos cuenta de un almuerzo magnífico. Se siguió con el juego de las pistas que, por razones técnicas, quedó interrumpido hasta la noche y se leyó una especie de poesía conmemorativa que recordaba los viejos tiempos en que los novios tonteaban (alguna sin mucho énfasis aparente, en un principio) pero no sabían todavía que 25 años después reunirían a sus amigos en tan sonado evento. Después de comer hubo tiempo para la siestecita, el que quiso, y para los naipes, también el que quiso, hasta que a eso de las seis y media salimos para Salamanca. Alicia ya nos había informado de que había programado una visita a la parte monumental de la ciudad, con guía incluída, por aquello de que no faltara detalle y cena en un restaurante llamado La Calma que habían reservado en su totalidad para la ocasión. Así que salimos en los coches hacia Salamanca, superanimada en la tarde de puente sabatino, con todos los comercios abiertos. Nos citamos en la Plaza Mayor, después de aparcar donde pudimos, y comenzamos el recorrido turístico en la misma plaza con una guía didáctica y amena que nos enseñó lo fundamental – las catedrales, la universidad pontificia, la Casa de las Conchas, la otra Universidad y la iglesia de los Dominicos- dándonos de una forma sintética los datos precisos de cada sitio. Con la luz del atardecer y la iluminación –entre “lusco e fusco” que decimos en Galicia- los monumentos, todos en muy corto espacio, adquirían una belleza singular. Aquí va otra foto de familia junto a una escultura que casi no se ve porque somos tantos que la tapamos. Después de tan magnífico recorrido, llegamos al restaurante La Calma donde, según Alicia, cenaríamos en plan picoteo. El tal picoteo, con una altura gastronómica encomiable, casi nos deja para el arrastre del empacho, ya que todo estaba buenísimo. Allí llegaron Alicia y Jose Mary al final del juego de las pistas y se encontraron con un álbum de fotos (álbum de vida que decía Carmen) en el que se recogían instantáneas de tiempo atrás y de momentos especiales vividos con la mayoría de los presentes que habían añadido a las imágenes una dedicatoria. A continuación, la anfitriona nos informó de la que sería una de las sorpresas más sonadas del acontecimiento: Estaba previsto que a la mañana siguiente pudiéramos volar EN GLOBO! Y debía ser a las ocho de la mañana por aquello de las corrientes. El problema, si es que era tal, era que sólo podían ir veinte personas, diez en cada grupo, por lo que había que celebrar algún tipo de proceso selectivo a fin de determinar la identidad de los afortunados aeronautas que subirían al espacio. Verificado el sorteo, del que quedaron excluídos Valvanera y Javier por tener sus plazas bien merecidas, se configuró la lista correspondiente, quedando excluídos solamente tres personas, entre ellas la organizadora. Como aquello no tenía ningún sentido insistimos en que debía ir…si bien a la madrugada siguiente alguien que se encontró mal o se quedó planchando la oreja, dejó sitio suficiente en el globo para todos los que quisieron subir. Aqui está la pareja con una especie de torta que les hicieron en el restaurante: Volvimos al Buen Amor y Alicia y José Mary llegaron a la última pista que les llevó hasta un belén riojano tradicional que descubrieron al filo de las dos de la mañana en uno de los fantásticos salones del castillo. Y a acostarse que mañana llegan los globos a primera hora…….

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